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Lo que hay detrás de una Vacuna

Primero que todo cabe aclarar que las vacunas son preparaciones cuyo objetivo es generar inmunidad contra una enfermedad al estimular los anticuerpos. El desarrollo de estas es un proceso complejo. Para empezar, se requiere partir de conocimiento previo sobre las características biológicas e inmunológicas del patógeno, virus, bacteria o parásito. Después de ello, habría que sintetizar el candidato vacunal y desarrollar ensayos que permitan evaluar su eficacia. Finalmente, si los pasos anteriores han sido exitosos, hay que cumplir todos los requisitos legales su puesta en circulación.

En el pasado este concepto no era tan acertado. Para que se logrará descubrir la humanidad tuvo que pasar por distintas etapas y practicar a prueba y error hasta hallar una cura. Como en el caso de Lady Mary Wortley Montagú, una escritora inglesa, feminista apasionada, esposa de un diplomático que viajaba mucho, quien tuvo acceso a una información en la que las esclavas turcas, reconocidas por su belleza, perdían su valor comercial cuando tenían huellas en su piel por haber sufrido de viruela, una pandemia infecciosa que azotó y cobró la vida a muchísimas personas hasta el siglo XIX.

En su investigación las mujeres turcas sanas o que habían sanado se inoculaban (hacer una incisión en el dorso de la mano izquierda, o en el pliegue de codos o muslos, para colocar allí polvo de costras de personas infectadas, cerraban la herida y esperaban aisladas a que la enfermedad les diera y luego al curarse salían nuevamente de su encierro, quedando totalmente inmunizadas). Así que sin pensarlo dos veces inoculó a sus hijos, quienes padecían de esta enfermedad pese al rechazo y la dura mirada de los “científicos” de la época.

En 1796 Edward Jenner retomó esta técnica, pero con una diferencia, en este caso observando que las vacas infectadas de viruela parecían inmunizar a las ordeñadoras inyectó primero a las propias vacas y luego emocionado hizo lo respectivo con un niño de 8 años (el hijo de un empleado suyo) y dándose cuenta de que la vacuna funcionó, vacunó de ahí en adelante a muchos niños incluyendo a su propio retoño.

Pese a que nuevamente los médicos del momento trataron de desvirtuar su descubrimiento los resultados eran contundentes e innegables y gracias a esta práctica se salvó la vida de cientos de personas. Precisamente a él se le debe el término vacuna que viene de “vaca” por ello se le conoce como el padre de la inmunología. De hecho, quien años después lo difundió fue Louis Pauster químico y microbiólogo en honor a Edward Jenner.

En el caso del coronavirus, la dificultad central es que no se conoce al enemigo. Apareció hace solo 4 meses y el factor tiempo está jugando más en contra que a favor. La pregunta es ¿le inyectarías a tu propio hijo un virus o una bacteria en nombre de la ciencia?, ¿Y si Jenner no lo hubiese hecho se habría descubierto la cura contra la viruela?… Con la situación actual frente al Covid-19 ¿qué sacrificio estaríamos dispuestos a hacer?

Por: Katherine Bautista – Ejecutiva de Alianzas

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